La Espondilitis Anquilosante
Espondiloartritis es un término derivado de dos vocablos griegos: «spondylos« (vértebra) y «árthrom« (articulación) a los que sigue el sufijo latino «itis« (inflamación). Se trata de un grupo de enfermedades crónicas, de causas no bien esclarecidas, que comparten rasgos comunes, uno de los cuales es el proceso inflamatorio que involucra las articulaciones de la columna vertebral y las que unen ésta con la pelvis (articulaciones sacroilíacas). La enfermedad prototipo es la Espondilitis Anquilosante (EA).
Dentro de la familia de las espondiloartritis, además de la espondilitis anquilosante, cabe citar la artritis psoriásica, las artropatías enteropáticas (asociadas a enfermedades inflamatorias intestinales como la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa), las artritis reactivas, las espondiloartritis juveniles y las espondiloartritis indiferenciadas.
Todas las espondiloartritis son enfermedades sistémicas, es decir, además del aparato locomotor pueden afectar a otros órganos, sistemas y aparatos (ojos, tubo digestivo, aparato respiratorio, corazón…). La reumatología es la especialidad médica que se encarga de modo preferente de la atención a estos procesos del aparato locomotor.
La espondilitis anquilosante es la enfermedad prototipo del grupo de las espondiloartritis y la que con mayor intensidad tiende a involucrar las articulaciones de la columna vertebral y las sacroilíacas, llamadas articulaciones axiales frente a las articulaciones de las extremidades (caderas, rodillas, tobillos, codos etc), que, en conjunto, reciben el nombre de articulaciones periféricas. Su causa no es conocida, pero existe predisposición genética, dominada por la presencia de un gen, el HLA-B27, que incrementa unas 100 veces la probabilidad de desarrollarla. En la última década se han hallado otros genes que contribuyen a dicha predisposición.
La espondilitis anquilosante se diagnostica definitivamente a partir de la sintomatología, exploración y con datos de imagen. En los criterios diagnósticos, para clasificar definitivamente a un paciente como afectado por espondilitis anquilosante, se requiere la existencia de erosiones visibles radiográficamente en las articulaciones sacroilíacas.
Las nuevas técnicas de imagen, más sensibles que las radiografías, sobre todo la resonancia magnética, han permitido en 2010 la aparición de nuevos criterios asociados con un cambio de nomenclatura: las espondiloartritis axiales. Todas las espondilitis anquilosantes son espondiloartritis axiales, pero no todas las espondiloartritis axiales cumplen criterios para ser clasificadas como espondilitis anquilosantes.
En el año 2010 se desarrolló una conferencia de consenso de ASAS. En la tabla 1 se exponen los nuevos criterios para el diagnóstico de una espondiloartritis axial y que permiten acelerar la detección de este tipo de procesos. Estos criterios fueron diseñados para pacientes de edad inferior a los 45 años que presentan dolor lumbar de tres o más meses de duración.
La espondiloartritis axial es una espondiloartritis en la que se afectan predominantemente las articulaciones de la columna vertebral y las sacroilíacas (articulaciones axiales) provocando dolor de tipo inflamatorio y rigidez. El dolor lumbar y lumbosacro es el más habitual y la mayoría de los pacientes son jóvenes (edad < 45 años). Las técnicas de diagnóstico por la imagen con elevada sensibilidad, como la resonancia magnética, pueden identificar precozmente dicho proceso inflamatorio, años antes de que deje impronta en las radiografías simples. Durante este periodo en el que no se identifican lesiones en las radiografías simples pero sí mediante técnicas más sensibles, se habla de espondiloartritis axial no radiográfica. Cuando hay lesiones radiográficas en las sacroilíacas, en un estadio II (bilateral) – III o IV (unilateral o bilateral), se establece el diagnóstico de espondilitis anquilosante. El objetivo, obviamente es diagnosticar y tratar la espondiloartritis en la fase no radiográfica, evitando las secuelas en el aparato locomotor y consiguiendo la mayor calidad de vida para el enfermo.
La espondilitis anquilosante es la espondiloartritis radiográfica prototípica cuyos principales síntomas son el dolor lumbar inflamatorio, a veces con irradiación hacia nalga y cara posterolateral del muslo y la rigidez: dificultad para inclinar el tronco hacia delante o hacia los lados, sobre todo tras periodos de inmovilización y por las mañanas. Las áreas donde los ligamentos y tendones se unen a hueso, es decir las entesis, también participan en el proceso inflamatorio, sobre todo en las extremidades inferiores. Así, son frecuentes las tendinitis aquíleas y las fascitis plantares, que provocan dolor en la porción posterior del pie. El 40% de los pacientes, a lo largo del curso evolutivo, pueden sufrir inflamación de la capa interior del ojo (uveitis), sobre todo en su porción anterior (iridociclitis), que suele ser en forma de crisis agudas.
No se dispone de estudios epidemiológicos exhaustivos respecto a la espondiloartritis axial, pero cabe considerar que, tanto en sus formas no radiográficas como en las radiográficas (en la que se incluye la espondilitis anquilosante) estarían afectadas 3-10 de cada 1000 personas.
Recientemente, se ha introducido el término pre-espondiloartritis para designar a los familiares supuestamente sanos de pacientes con espondilitis anquilosante que cumplen criterios diagnósticos de ASAS para espondiloartritis o criterios del European Spondyloarthropathy Study Group (ESSG) o criterios de ambos.